"Nada te turbe nada te espante, todo se pasa Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene nada le falta, solo Dios basta".
Santa Teresa de Jesús.

lunes, 2 de agosto de 2010

31 de mayo de 2010 /// Llegada a Molinaseca

Desde Valladolid en tren llego a León, y en otro tren hasta Ponferrada.
Te das cuenta que la gente sigue con su día a día, y que tú has empezado a salir de ése caminar diario para empezar uno muy especial.

Alguna gente te pregunta por tu peregrinar y encantado respondo.
En el viaje aprovecho a repasar las etapas, abro y cierro la moleskine intentando calmar la inquietud que va creciendo en mí por empezar el Camino.




Al llegar a Ponferrada me encuentro con una pareja que vive en Madrid, aunque son de Miranda de Ebro, y están buscando el albergue.
Les indico y acompaño porque debo pasar por allí para llegar a Molinaseca, ya que está antes de Ponferrada y mantengo mi idea de empezar desde allí por lo que debo retroceder y lo hago por la carretera.



Me cruzo con algunos peregrinos y pregunto a una chica si queda mucho porque empiezo a notar que la mochila pesa y con el sol calentando no veo el momento de llegar.
Pero llego, en el Camino aprenderé que siempre se llega.
Y, por fin, llego a mi destino: Molinaseca. Me alojo en el Albergue Santa Marina.







El hospitalero se llama Félix, me cuenta que tiene conocidos en Salamanca, y estampa el primer sello en mi credencial.





En la entrada empiezo a ver algunos peregrinos que llegan desde la Cruz de Hierro, en Foncebadón, hablando de la dureza y de la maravilla de la etapa.
Otros están al ordenador y yo pido agua, que vengo necesitado.
Al mismo tiempo sella la credencial una alemana que viene desde Roncesvalles.
Llegan unas señoras mejicanas agostadas también, y me cuentan que han
venido desde su país solo para hacer el Camino.
Y te das cuenta que hay gente con la misma inquietud, que a Santiago caminamos desde todo el mundo.



Y claro, con tanta gente y tantos k
ilómetros recorridos la higiene debe cuidarse.
Las instrucciones de Félix son claras: el calzado al sótano junto a las lavadoras.



Y mi cama en el segundo piso, en la parte de abajo de una litera.

Es una habitación con seis literas, doce peregrinos y todos por igual.
Así empiezas a sentir lo que el Camino te va a enseñar, en
tre otras cosas, que tú eres uno más.



Una ducha y a merendear; un vaso de leche con unas riquísimas rosquillas de Ledesma, Salamanca (www.rosquillasledesminas.es) y ¡¡ como nuevo !!.



No sé cuantos kilómetros hice desde Ponferrada...pero la mochila pes
a y las piernas notaban el esfuerzo.
Hay mucho extranjero y gente en grupo. Son las siete de la tarde y estoy en la terraza del albergue, hace una tarde estupenda.





Me acerco hasta el pueblo y paseo por sus calles.







Atravieso el puente que cruza el río Meruelo.
Mientras escribo se oye el agua seguir su curso, tranquilidad, no hay prisa.





No dan de cenar en el albergue, es lo habitual, así que aprovecho para tomar algo en "El Palacio" (www.casaelpalacio.com). Buena calidad y muy atentos.



Un paseo hasta el albergue y a dormir, que mañana empieza el Camino.

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