A las siete y media de la mañana salgo del albergue, hay que recuperar tiempo.
A los pocos metros encuentro el taller de Guillermo; el señor con el que hablé anoche tras la cena en la cafetería del albergue, cuyas conchas pintadas hacían de llavero en las habitaciones.
Continúo el Camino.
A las nueve y cuarto de la mañana llego a Portomarín.
La Iglesia de San Pedro está cerrada, así que entro en el Ayuntamiento a que me sellen la credencial.
Continúo el Camino.
"El camino es la meta".- Confucio.
Y al salir de Portomarín empezó a llover, sin parar hasta Palas de Rei.
Toda la mañana lloviendo, lloviendo mucho.
Y de la lluvia al diluvio, se hacía duro caminar, muy duro.
Queda claro que diluviaba, ¿verdad?.
El Camino en vídeo.
Paré en Lingonde, a sellar la credencial en el albergue y comí algo que llevaba pero seguí porque no paraba de llover, cada vez notaba más el cansancio, muy duro.
Y seguí lloviendo...
Con la lluvia se hacía muy duro caminar.
Al final ya casi no tenía fuerzas, y además totalmente mojado.
Sin parar, un paso tras otro.
Pero con fe, voluntad y constancia (como la vida misma, así es el Camino) pude llegar a Palas de Rei.
Me alojo en "La Cabaña".
Dejé la ropa tendida en el baño y me metí en la cama a descansar, a intentarlo al menos.
Pero era tal el cansancio y el dolor en las piernas que pedí un taxi y me fuí al pueblo a un centro de fisioterapia.
Me atendió Emma y me dijo que debía venir cargado de antes del Camino, y me recomendó que mañana en Arzúa volviera a un fisio.
Tras la fisio, la cena y a dormir porque hoy fué un día duro.
Cada día se piensa en algo, a cada paso, con cada paisaje que ves.
Triacastela y O Cebreiro dejaron huella, y el resto va conformando el bagaje que voy adquiriendo cada día en el Camino.
Ahí fuera sigue lloviendo. Voy a ver las fotos del día y a dormir, necesito descansar.
Mañana más y mejor, ¡¡adelante!!, ¡¡nada te turbe!!.
"Si fracasamos estaríamos desilusionados, pero estaríamos perdidos si no lo intentamos".
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